Cierro los ojos y su voz me susurra el llanto herido de un violín sin cuerda;arañado por su orgullo propio,temeroso de la respuesta.El alma desvanecía en cada lágrima, deslizada entre sus labios manchados de un carmín sin aliento.
Subía a toda prisa;aquel patio contiguo era su pequeño refugio para días sin venida.Todo aquel que quisiera gustaría encantado de hacerle compañía a la silente palabra impronunciable por otra parte;nada ni nadie detendría su idea.
Para parecer tonto y no serlo,es suficiente el pensamiento blanco,sin tintes tenebristas ni más razón que una.Motivos diversos;historias dispares contadas en el famoso lugar,miles.
Aromas de el pretérito pasado;sugieren rumbos inesperados de una regla sin cuartel,asentado en las profundidades de la gran laguna mental que imperaba en dichas jornadas.No creas todo aquello que parezca enaltecer cuestiones filosóficamente idílicas,algo relativamente objetivo para el resto de los mortales que comprendan el sentido común a través de sus huellas.
En mitad de la aborájine en la que se establecía por enésima vez consecutiva...
Y calló.
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