martes, 26 de enero de 2016

Epígrafe de una tristeza

Tarde en penumbra sin más luz que la de una pequeña lámpara que conservaba como el objeto más preciado; a veces,pecaba la inonencia de querer ser insolente ante la precariedad del insensato.

Oportunismo injustificado para lograr la meta a punto de ser alcanzada por la lágrima,casi a la velocidad de la luz.No quedaba otro recurso;el desahogo era la vía de escape perfectamente diseñada por el dolor,contenido en el nudo de la angustia señalada por la muerte en vida.

Apenas había podido recuperarse del pasado vigente en las cicatrices que de vez en cuando hacían su particular"regreso estelar",y conste que no va con segundas ni al temeroso amor,amante en ocasiones de la huída más estrepisotamente esperténtica y raquítica.

Ese,era un charco embarrado que pretendía esquivar a toda costa;jamás volvería a tolerar que salpicase en conciencia ajena,injurias de peligroso calibre.Llevarlo a cabo sería el reto más duro al que tendría que enfrentarse para soportar la presión que conlleva la autodeterminación:"veremos dónde terminará el sendero que guía los pasos del que no ve más allá de..."

Moralejas con cierta ironía y sarcasmo perspicaz,pizpireta incluso;enredado entre telarañas tejedoras de una repulsa que vuelve hijo pródigo a la mano que un día acojió en su seno al orgullo de ser un alguien para la vertiente maravillosa,perdida entre notas imposibles de tocar; sino estás presente en el momento apropiado,probablemente no percibirás el sonido que emite el alba enamorado de la caricia primaveral tan puramente delicada.

Quédate.

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